jueves, 2 de agosto de 2012

Sean Scully: Doric. En el IVAM hasta el 28 de Octubre.



El trabajo de Sean Scully (Dublín, 1945) es deudor de las influencias de Piet Mondrian, Mark Rothko y Henri Matisse. Desde 1970, y a partir de sus investigaciones en las ilusiones ópticas, la percepción del relieve a través de estructuras seriadas y la sensación de movimiento a partir de la superposición, Scully reduce su repertorio iconográfico a una serie de líneas, bandas y bloques que se han convertido en representativos de su trabajo. Agrupa estos elementos de su pintura en un orden alternativo y además, construye sutiles disposiciones monumentales en las que el contraste entre figura y fondo está neutralizado. El tratamiento del color en su obra encierra todo un proceso artesanal: la superposición progresiva de finas capas impregnadas de pigmentos diferentes que se revelan por transparencia y ofrecen tonos únicos, de gran profundidad, confiriendo una calidez sensual y emoción a sus composiciones abstractas. La exposición que presentamos está dedicada a la serie Doric, pinturas de tamaño monumental que el artista realiza desde 2008 hasta la actualidad y a una serie de acuarelas realizadas en Grecia en los años ochenta, prólogo temático a los grandes formatos de Doric.

La serie fue fundamentalmente concebida como una celebración de la contribución de la cultura griega clásica a la humanidad. Las obras encarnan una metáfora de la arquitectura griega “los espacios entre las columnas son un espacio para el pensamiento, para la luz, para el cuestionamiento y el crecimiento” escribe Scully. Sin duda Atenas es la inspiración global de la serie, pero el papel de Mooseurach - localidad cerca de Munich donde Scully tiene un estudio- también es crucial. Ahí empezó la creación de las pinturas, sobre una pared muy concreta que el artista acabó por considerar esencial para el proceso.

Para Scully, el negro es indudablemente un color. En esto está en deuda con uno de sus héroes artísticos, Henri Matisse, aunque también hay una conexión clara con las tardías pinturas grises y negras de otra influencia clave, Mark Rothko. Otra fuente fundamental se encuentra en lo que Scully denomina los “negros suntuosos” de los pintores españoles del siglo XVII, en concreto, de Francisco de Zurbarán. La búsqueda de la austeridad en la serie Doric está en deuda con la maestría del extremeño en el empleo de distintos tonos de blanco. El ritmo es esencial en la serie, en 2009 Scully se sentía cada vez más frustrado con el lienzo y decidió pintar sobre Alu-Dibond, un material compuesto formado por dos hojas de aluminio y una capa central de polietileno. Scully ha comparado el sentimiento de pintar sobre el metal con la sección de percusión de una banda de jazz, inevitablemente se produce un ritmo hipnótico que le permite sumirse en las marcas que hace.

Respecto a la serie de acuarelas expuestas pintadas en la década de los ochenta el artista escribe: “Pasé una semana en la isla de Simi en 1984. Como siempre, cuando viajo me fijo en las casas donde vive la gente. Contemplaba los edificios de Simi y éstos expresaban una monumentalidad limpia y sencilla. Así que hice una serie de acuarelas mientras estaba allí. La segunda que pinté (8.10.84) era más o menos una vista fiel de una gran ventana salediza. Había alquilado un apartamento sobre un acantilado que miraba hacia el mar. La terraza era plana y blanca, en contraste con el azul y el amarillo del mar y la arena. En la mayor parte de estas acuarelas hay ventanas e inserciones arquitectónicas. Inequívocas divisiones geométricas que terminan con Simi Morning, una acuarela amarilla, azul, marrón y blanca que pinté el día antes de irme. Todo influido por Simi. Todo reflejaba el clasicismo incrustado en hasta la más sencilla de las estructuras. Y, por supuesto, está la luz, constante y serena...”

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